Los préstamos pueden ser un motor de crecimiento personal y familiar, pero también un reto que exige responsabilidad y previsión. Comprender sus efectos es clave para tomar decisiones informadas y proteger tu estabilidad económica.
Las familias recurren a los préstamos para alcanzar metas tan diversas como comprar una vivienda, financiar estudios o afrontar imprevistos. En España, en 2024, un 28,6% de los ciudadanos solicitó algún crédito, lo que refleja la extensión de estas herramientas en la vida diaria [7].
A pesar de su utilidad, más del 55% de los hogares percibe dificultades para acceder al crédito, algo que impacta directamente en su capacidad de consumo y de desarrollo personal [7].
Conocer las distintas opciones es fundamental para elegir la que mejor se adapte a tus necesidades y perfil de riesgo.
Dentro de estas categorías, existen dos grandes modalidades de interés:
La evolución del Euríbor y las decisiones del Banco Central Europeo determinan el coste de los préstamos y, por ende, la carga económica de la familia [1].
Cuando los tipos suben:
En cambio, cuando los tipos bajan:
La carga financiera mide el porcentaje de ingresos destinado a pagar deudas (principal e interés). Entre 2020 y 2022, en España, esta proporción mediana se redujo del 15,8% al 13,7%, pese al entorno de tipos elevados, gracias a la menor base de endeudamiento [3].
Para los hogares menores de 35 años, la carga cayó del 15,5% al 12,1% en ese mismo periodo [3]. Sin embargo, los préstamos al consumo aumentaron hasta un 28,5% en 2022, lo que advierte sobre un incremento de la deuda menos estructurada.
La capacidad de una familia para capear imprevistos se evalúa por el tiempo que resistiría sin ingresos. En España, el 33% de los hogares es altamente vulnerable y aguantaría menos de tres meses ante la pérdida de su fuente de ingresos [2].
Si se incluyen gastos de vivienda, esa cifra se eleva dramáticamente: 57,5 millones de personas caerían en vulnerabilidad tras dos meses sin ingresos, y 41,1 millones en un mes [2]. Los inquilinos muestran mayor fragilidad que los propietarios hipotecados.
La población inmigrante, especialmente la no europea, alcanza un grado superior de exposición: el 29,6% no podría cubrir sus gastos básicos más allá de dos meses [2].
Un uso descontrolado del crédito puede desencadenar graves efectos:
En 2024, el coste del nuevo crédito ha seguido una senda de moderación, alineado con un tono menos restrictivo de la política monetaria [4]. Hasta noviembre, el crédito al consumo creció un 20,6%, impulsado por familias de menores ingresos [4].
Se espera que en la primera mitad de 2025, más del 60% de los préstamos variables se concedan a tipos inferiores, al suavizarse el Euríbor. Al mismo tiempo, la renta familiar ha aumentado y el costo medio de la deuda ha disminuido, aliviando la presión financiera [6].
Antes de solicitar crédito, considera:
Aplicar estas buenas prácticas te ayudará a aprovechar los préstamos como palanca para tus proyectos, evitando riesgos innecesarios y fortaleciendo tu economía familiar.
Referencias